jueves, 26 de febrero de 2015

El tiempo entre costuras: un lujo injustamente desperdiciado



En medio de la estática oferta veraniega televisiva, dominada por telenovelas turcas y anquilosadas repeticiones de rutinas humorísticas o por desesperados intentos de resucitar reality shows, se inmiscuyó un pequeño tesoro audiovisual proveniente desde tierras españolas llamado “El tiempo entre costuras”. Una serie de televisión producida por la cadena hispana Antena 3, basada en el libro homónimo de María Dueñas.

La serie narra la historia de Sira Quiroga, una sencilla mujer marcada por la vivencia de dos guerras que ocasionaron drásticos giros en su vida que la llevaron a deambular entre dos continentes, y que a través del oficio de costurera legado de su madre, se convertiría en una insospechada protagonista de los destinos de ambos conflictos bélicos.

Precedida con un cartel de críticas favorables y con grandes índices de sintonía en su país de origen, TVN adquirió sus derechos de emisión como parte de su oferta programática para este verano. Sin embargo, la suerte que corrió la emisión de la serie en Chile fue muy distinta, pues de acuerdo a las cifras de medición de audiencia no superaba  los dos puntos de promedio en cada emisión. Pero, independiente de la fría recepción del público, TVN mantuvo la decisión de emitirla hasta el final, lo que los seguidores de esta notable producción agradecemos bastante como una señal de respeto.

Debo confesar que desde el momento en que vi los primeros spots publicitarios de la serie, mi flechazo con ella fue inmediato. Y es que ni siquiera bastó un segundo de la emisión de su primer capítulo para engancharme completamente a ella. Vaya, es que este es el tipo de historias que gozo ver, donde las personas logran sortear los grandes obstáculos que le impone la vida convirtiéndose en héroes de sus propios destinos. De la producción de la serie no tengo nada que cuestionar: emocionantes escenas, excelsas actuaciones, locaciones de ensueño que hacen que uno quisiera estar en el Marruecos de 1938, o en el Lisboa de 1941, tomas de cámara adecuadas, fotografía envolvente, una banda sonora que cala los huesos, en fin.

Entonces, ¿Por qué la serie no tuvo buena acogida en Chile? Creo que básicamente esto se debe a dos factores:

- La desacertada medida de TVN de doblar la serie al “español chileno” ¿Alguna vez en Chile hemos visto series españolas sin su audio original? Creo que esto fue una decisión insólita y que le restó atractivo al desarrollo visual de la serie, pese a la historia contaba con un argumento bien sólido. Quisiera creer que esto se debió a una movida de mercadotecnia desesperada por intentar capturar al público que ve las telenovelas turcas al familiarizarlos con las mismas voces con las que se doblan esas historias en Chile.

- A riesgo de ser algo impopular, quisiera atribuir también esto a la inconsecuencia de nosotros mismos como televidentes. No es trivial observar a diario la disconformidad que existe entre los telespectadores de la decadente TV abierta chilena las críticas acerca de la pobreza de los contenidos que ésta transmite. No obstante este sentimiento de hartazgo frente a la homogeneidad de las propuestas programáticas de la señales televisivas no se vio reflejado del todo en esta ocasión, volviendo a premiar a través de la “dictadura del people meter” los mismos criticados contenidos, en desmedro de esta serie.

Quizás en unos años más estemos lamentando el no haberle sacado el lustro a esta serie, o darle la oportunidad que con creces se merecía. Pero por ahí leí que esta riqueza audiovisual está disponible íntegramente en su audio original en Netflix. Lo que es yo, apenas se vuelva a dar la ocasión me daré un merecido festín con las grandes aventuras de Sira Quiroga.

Ojalá que esto no nos haga perder la necesaria autocritica por la inconsecuencia de nosotros mismos los televidentes, que al final del día a través del “martillo” del control remoto podemos decidir que se mantengan las mismas pobres ofertas programáticas de los canales, o bien darle la oportunidad de enriquecer la pantalla con nuevas propuestas.