martes, 8 de octubre de 2013

Crítica

Avenida Brasil: El camino correcto

Rede Globo 2012 - Todos los derechos reservados.


No tengo problemas en reconocer que tengo una cierta devoción por las telenovelas, esa forma de hacer melodrama a la latinoamericana que cautiva a diario a miles de televidentes en el mundo. Pero de aquí a una parte el género me estaba decepcionando por completo: tramas repetidas y vacías, historias inverosímiles en donde los clichés son la constante amenizadas por malas actuaciones, y para colmo abusando del recurso de las reversiones (o remakes en lenguaje anglosajón). En resumen, una calidad que parecía haber sido una mera ilusión del pasado. Sentía que el género estaba por completo estancado y que no tenía nada nuevo por ofrecer. Atrás quedaban esas historias que me atrapaban y me deseaban esperar con ansias el capítulo siguiente. Ahora me ocurría que cada vez veía alguna historia no pasaba más allá del primer capítulo para luego bostezar. Haciendo memoria la última historia que me cautivó por su sobresaliente calidad fue La Reina del Sur (basada en el libro homónimo), en momentos en que las narconovelas están en boga en su punto máximo con Escobar El Patrón del Mal (que en estricto sentido no es una telenovela, sino que una serie, pues carece de los elementos esenciales de aquel otro género).

Pero el panorama cambiaría radicalmente para mí un sábado por la noche, en el que me costaba conciliar el sueño y como fórmula para lograr cerrar los ojos me puse a ver televisión, que como Ud. estimado lector bien sabrá, no tiene nada bueno que ofrecer en estos tiempos. Por ahí leí entonces que Canal 13 transmitiría sin cortes ni censura los dos primeros capítulos de Avenida Brasil. No tenía ninguna referencia de la historia y desconocía por completo el fenómeno que estaba a punto de visualizar. Pues bien, me bastó ver esos dos capítulos para dimensionar todo lo que se había escrito de esta gran producción, hasta poder entender el hecho de que la Presidenta Dilma Rousseff modificara su agenda para no perderse su final.

Brasil que nos tiene acostumbrado a apoteósicas producciones con tramas cotidianas pero desarrolladas con profundidad y sobre todo en un marco de calidad, una vez más nos vuelve a sorprender con esta gran historia. Es que si bien Avenida Brasil echa mano a un tópico muy recurrente a producciones de esta naturaleza, como lo es la venganza, hoy vuelve a instalar un nuevo paradigma sobre cómo hacer telenovelas. Son muchos los factores que se conjugan para hacer de Avenida Brasil una historia sobresaliente. Vamos por partes.

Actuaciones

Un elenco de actores de primerísimo nivel conforma este éxito del país de la Samba y los grandes carnavales. Comandados por Adriana Esteves como Carmen Lucía (Carminha) y Débora Falabella como Nina/Rita, Avenida Brasil se propone reelaborar de los estereotipos clásicos de los personajes de telenovelas. Para decirlo en sencillas palabras “La mala parece no tan mala, y la buena no parece tan buena”. Carminha, aquel siniestro personaje con sus oscuros entretejidos parece generar más simpatía que la misma protagonista. Es tan notable el nivel de interpretación de esta actriz que vuelve al televidente un verdadero cómplice de sus fechorías. En su natal Brasil, la han catalogado como la más siniestra villana en la historia de las telenovelas, convirtiéndola en ganadora de diversos premios por este papel. No podemos obviar a la protagonista Nina/Rita de mano de la consagrada Débora Falabella, quien a lo largo de la historia nos hace partícipes de la enorme carga emocional que ha debido llevar consigo desde la muerte de su padre Genesio a raíz de los escabrosos planes de Carminha quien la abandonó a su suerte en un basurero, regresa para vengarse valiéndose de estratagemas que no siempre son pulcras con tal de lograr su objetivo.

Producción

Una de las cosas más formidables de este melodrama es que rompe con el tradicional molde de encerrar el formato telenovelesco al plano televisivo. Si usted ha tenido la posibilidad de ver Avenida Brasil en alta definición podrá percatarse que hay un esmerado trabajo de fotografía en donde a usted le da la impresión de estar viendo más bien una película que una simple telenovela. Esta telenovela se toma muy en serio el sello de calidad que la Rede Globo le imprime a sus producciones, cuidando cada detalle. Por ejemplo el basurero desde el cual surgen las historias centrales de la novela al igual que el ficticio barrio de El Divino son creaciones escenográficas minuciosamente diseñadas en el Projac de la cadena carioca. El projac es una central de producción ubicada en Río de Janeiro, siendo la más grande de su tipo en Latinoamérica. Emplazada en un área aproximada de 1,6 millones de metros cuadrados, es una verdadera fábrica de sueños. Si bien es sabido que la Rede Globo puede darse el gusto de contar con fastuosos presupuestos para hacer telenovelas, es importante ver como ellos saben invertir bien ese dinero creando historias de calidad, a diferencia de otras cadenas latinoamericanas similares en tamaño como la mexicana Televisa S.A. de C.V. que prefiere “abastecerse” de libretos de historias ya consagradas en otros países para transformarlas en producciones de nivel mediocre, con actores que sobresalen más bien por la silicona y los pectorales, que por un talento interpretativo, buscando así obtener utilidades de la forma más fácil y cómoda posible.

La trama y sus giros radicales

Desde tiempos inmemorables la venganza ha sido un tema muy presente en la literatura. Avenida Brasil no vino a descubrir la piedra filosofal instalando este tema, pero es interesante ver cómo precisamente reescribe la venganza. Sabemos que el eje central de la historia es que Nina tras 12 años vuelve a buscar a Carminha para cobrarse revancha por las distintas peripecias que le tocó atravesar tras la muerte de su padre suscitada por las fechorías de la antagonista. Sin embargo toda la historia que parecemos ya dominar en los primeros capítulos tiene constantes giros radicales. Las verdades no se estiran inútilmente como un chicle, cada episodio es un mundo en sí mismo lo que causa una genuina expectación por mantener el hilo de la historia. Como buen melodrama, Avenida Brasil sabe nutrirse de historias secundarias muy bien condimentadas que hacen mantener un ritmo adecuado para sobrellevar la tremenda carga emocional que traen las historias principales. De un momento a otro nos podemos conmover porque Nina recuerda a su padre fallecido en nefastas circunstancias, y al otro nos matamos de la risa con las desventuras de Carlitos y sus tres mujeres.

La banda sonora

Para quienes hemos seguido durante años las producciones de la Rede Globo sabemos que se convierten en una tremenda vitrina para mostrarle al mundo la riqueza, el sentimiento y la pureza de la música brasileña, con una contundente lista de temas. A diferencia de otras producciones que solo prefieren recurrir al “éxito oreja” de moda en las radios, Avenida Brasil nos ofrece un catálogo de primer nivel: Marisa Monte, Seu Jorge destacan entre los artistas brasileños, asi como también tenemos importantes nombres internacionales como Adele o Coldplay. Otra muestra más del especial esmero que pone la segunda cadena televisiva más grande del mundo en sus producciones.

La transversalidad

Muchos medios de comunicación cuando se refieren a Avenida Brasil lo hacen hablando de que su éxito se debe atribuir al haber “retratado” de buena forma a la naciente clase media de ese país a raíz de las políticas sociales impulsadas durante los gobiernos de Lula Da Silva. Pero eso es un análisis mezquino, pues basta ver unos minutos de esta ficción para como ese pequeño ecosistema de El Divino traspasa las fronteras del país sudamericano. El televidente puede identificarse de alguna forma en los anhelos, frustraciones y por qué no decirlo con la sed de venganza que tienen muchos de los personajes. La telenovela aborda temas de carácter universal pero con en un envase verdeamarela, que les da una mayor visibilidad.

Enhorabuena por la llegada de Avenida Brasil, una telenovela que viene a demostrar en tiempos de crisis creativa en la Televisión latinoamericana que aún queda espacio para historias originales, que diviertan, generen reflexión, se hagan parte de nuestro día a día, y que ennoblezcan al televidente no haciéndolo parecer como un perfecto idiota frente a la pantalla chica con los abusados tópicos de chicas pobres, bebés raptados o haciendas como semillero de eternas confrontaciones de poder.

martes, 1 de enero de 2013

Querido abuelo:





Aún no he podido borrar de mi inconsciente la escena de esa noche del 01 de enero de 2010 donde como un cruel presagio te daba el saludo de año nuevo con un sabor a amarga e inevitable despedida en tu lecho de descanso. Tu rostro cansado y tus escuálidas palabras me transmitían esa sensación especial de que estarías pronto a iniciar ese viaje de ida que no podemos evadir. Y que paradójico es que a la mañana de ese día, recibí a duras penas aquella llamada en que mi madre me había comunicado tu partida, sí, aquello para lo que tanto nos habíamos preparado en nuestro interior y que cada vez veíamos como algo más inevitable, había ocurrido de una forma incrédula, como que de un momento a otro tras el tono del teléfono el mundo se me vino encima. Y ahí partí corriendo a darte un beso en la mejilla antes de que cerraran el ataúd. Estabas elegante y distinguido como el caballero que gustabas ser y del que tanto admiraba.

Han pasado tres años desde ese día, tres años que se me han hecho largos y eternos. Y es que pareciera que desde ese 01 de enero del 2010 el destino se hubiera confabulado de alguna forma para hacer de las suyas, mi abuela, mi tío y diversos parientes cercanos te han acompañado a emprender desde ese entonces aquél místico viaje.

No dejo de llorarte, ni de recordarte, y me siento con el deber de hacerlo, ante la injustificada ingratitud de muchos de los tuyos que parecieran haberte lanzado de sus vidas como si fueras un mero accidente, sí,  a esos mismos a los que ayudaste a crecer, a formarlos como las personas que son hoy en día, tal cual lo hicieras conmigo.

Cuando voy a la casa de La Reina, aún pienso que te voy a encontrar sentado a la entrada leyendo el diario como todas las tardes de verano y me recibías con esa cándida y efusiva sonrisa de un padre al reencontrarse con su hijo, o regando uno de tus más preciados tesoros: el jardín de rosas rojas. Subo unas cuadras más arriba hasta La Plaza, y me parece estar mirándote ahí como me acompañabas a andar en bicicleta y me decías que me cuidara tanto que no fuera a chocar. Entro a la casa, voy al comedor y ahí te veo tomando mate con la abuela, sentándome junto a ustedes dos para conversar durante largas horas con esas fecundas charlas que endulzaban los días. Y así han pasado esos tres años, donde siento que una mitad de mi vida se ha ido. Porque tú sabes muy bien que no sólo eres mi abuelo, fuiste un compañero de vida junto a la abuela, me guiaron por este tortuoso sendero de la vida, me regalaron su incondicionalidad y su cariño, una herencia para mi incalculable. Porque por más que a uno le saquen en cara aquel desgarrador cliché de que “debemos estar preparado para la muerte de los nuestros”, hoy sé que eso es una tremenda falsedad.

Como me gustaría llegar de improviso a la casa, saludarte, contarles a ti y a la abuela de que he viajado a otros países, he disfrutado ciudades impactantes y que te traigo un kilo de historias y de recuerdos como a ustedes dos les encantaba oír. Pero ya nada de eso es posible. Pero en parte si es posible, porque siento que heredé de ti, entre otras muchas cosas, ese espíritu del viajero aventurero que tiene esos deseos incontenibles de abrir un mapa e ir a esas ciudades y países que pasan por nuestros ojos. Nunca olvidaré cuando de pequeño me contabas esas intrigantes historias de tus viajes en tren por Chile, de tus peripecias cuando trabajabas en los ferrocarriles. Me transmitiste ese cariño de viajar sobre rieles.

Te lloro en silencio, porque la vida es ingrata. Ingrata porque aún no he tenido la oportunidad plena de vivir el duelo de tu ausencia y la de la abuela. Es como si no quedara otra alternativa que salir adelante, pero lo he hecho con cierta convicción porque la mejor forma de recordarlos a los dos, es vivir todas esas cosas que me enseñaron con tanta pasión y esmero sin pedir nada a cambio. Jamás dejé de agradecerles en vida por ello y no lo haré.

Me quedo con la tranquilidad de que tú y la abuela están juntos, tal como lo hicieran en vida tras casi 60 años de matrimonio. Y sé que donde estén están teniendo ese merecido descanso, tras una vida sin tregua y con muchas asperezas. Y algún día ahí volveremos a estar los tres, como tantas tardes allá en tu casa de La Reina.