viernes, 14 de mayo de 2010

Alzas de pasaje: cuando es peor el remedio que la enfermedad

Durante esta semana el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones emitió un nuevo comunicado sobre aumento en las tarifas del sistema de Transporte Público de la ciudad de Santiago (conocido popularmente como transantiago) que regirán a partir del lunes 17 de mayo de 2010.

Es bastante legitimo a estas alturas cuestionar la real eficiencia del sistema tras 3 años desde su puesta en marcha, sobre todo en lo que respecta en el plano económico. Año a año este sistema de transportes le ha costado caro al país debido a las pérdidas que arrastra, las cuales han tenido que ser paliadas con diversas medidas que han implicado un cuantioso desembolso para el erario público.

De acuerdo a estimaciones preliminares, solo el año 2009 el sistema arrojó una perdida aproximada de US$700 millones de dólares, cifra que psicológicamente puede aparentar ser exigua, pero que al hacer la correspondiente conversión a moneda nacional resulta estratosférica.

Esta situación de déficit se ha generado en primer lugar por congelamiento de las tarifas del sistema durante un tiempo considerable, en segundo lugar el latente factor de la evasión y en tercer orden podríamos ubicar a una malla de recorridos deformada a tal punto en relación a su génesis que ha dado origen a recorridos con baja rentabilidad social.

Cabe señalar que durante la gestión del Ministro de Transportes y Telecomunicaciones René Cortázar Sainz entre los años 2007 y 2010, se aplicó una única subida al precio del pasaje adulto de $20 tanto en hora valle como en hora punta.

Es curioso que durante estos días la administración de Sebastián Piñera ha tomado como caballito de batalla la delicada situación financiera del transantiago, para enfrentar desde otro flanco a la oposición y de cierta forma intentar acallar las reiteradas críticas que ha recibido por parte de la ciudadanía a raíz de una serie de desaciertos cometidos tan solo a unos meses desde su asunción al poder.

Precisamente una de estas medidas impopulares implementadas por el gobierno se vincula con las reiteradas alzas a las tarifas del transporte público de Santiago, situación que no se daba desde las otrora micros amarillas. En efecto, en el mes de enero el pasaje adulto costaba aproximadamente $420 y el pasaje estudiante $120, cifra que ha ido escalando mes a mes.
Si bien es importante solucionar a como de lugar la situación de insolvencia económica del sistema, empleando una tautología, ello no se puede hacer a cualquier precio, ya que estas aparentes alzas leves, inciden exorbitantemente en los limitados presupuestos de las familias que a diario emplean la locomoción colectiva para movilizarse a sus lugares de trabajo, académicos, recreativos, etc.

El Indice de Precios al Consumidor (IPC) es el indicador empleado en Chile para medir el nivel de inflación en la economía tomando en consideración una canasta básica de alimentos dentro de la cual se incluye entre otros precios, el costo de la movilización colectiva. Por lo tanto este tipo de subidas desencadenan un efecto dominó en la economía, afectando también afectan a las personas que contraen obligaciones financieras reajustables de acuerdo al IPC y en último término elevando el ya encarecido costo de la vida.

Por otra parte estas alzas sucesivas no representan una garantía absoluta para lograr una eficiencia y optimización en los recursos financieros del sistema. En efecto si no se modifican las multas aplicables a los infractores que no paguen sus pasajes (evasores), ni menos aún se construyen Zonas Pagas definitivas que permitan mejorar la experiencia de viaje de los pasajeros y optimizar el flujo de los mismos, se seguirá metiendo dinero a un saco sin fondo.